La pesca de truchas a ninfa cada día tiene más adeptos. Se trata de una apasionante modalidad en la que el pescador puede optar por la simplicidad obsoluta o por una gran complejidad en lo que a materiales y técnicas se refiere. Os dejo la receta para confeccionar bajos de línea específicos para la pesca con ninfa de Milan Cubík; exseleccionador del equipo junior de la República Checa, con varios campeonatos y subcampeonatos del mundo en sus vitrinas.
3,20 m. (0,35 mm.)+ 2,30 (30)+ 1,80 (25)+ 1,50 (18)+ indicador aguas profundas + 1,10 (16)+ indicador+ microanilla+ tippet fluorocarbono (0,12)
La unión de los tramos siempre hay que protegerla con una pequeña bola de pegamento UV (del que endurece con luz ultravioleta) y así deslizará mejor por las anillas. el indicador de picada, está confeccionado con cinco o seis tramos de nailon flúor paralelos y anudados cuatro veces. Después eliminamos los cabos de nailon hasta dejar solo uno y los nudos los recubrimos con pegamento UV flúor con el propósito de mejorar su visibilidad. Este tipo de señalizadores también se comercializan en las tiendas de pesca a mosca desde hace, al memos, un par de años.
Otra opción más cómoda es utilizar un bajo de línea cónico de una medida que ronde los diez metros, al que añadiremos un indicador como el de la foto -también puede ser un tramo corto o dos (10 centímetros) de nailon flúor o bicolor-, seguido de la microanilla y el fluorocarbono. Esta es la elección de muchos pescadores de competición, como es el caso del también checo –campeón del mundo y de Europa– Martin Droz.
El tippet más empleado para pescar a ninfa es el de fluorocarbono, ya que al tener más densidad que el agua favorece el hundimiento de las moscas y, además, es menos visible para los peces. Por ponerle alguna pega, el fluorocarbono requiere nudos adecuados, de manera que debemos probar cuál nos da mejor resultado. además, es más caro que el nylon convencional.
Una medida estándar para el tippet es colocar tras la microanilla alrededor de 1,30 metros y dejar 40 ó 60 centímetros entre una mosca y otra, si es que vamos a usar dos. Pero las circunstancias siempre mandan y la profundidad a la que vamos a pescar será la que marcará siempre la configuración del aparejo. La ninfa más pesada debe ir en punta para mantener la tensión del hilo; de lo contrario las picadas serán mucho más difíciles de detectar.
Técnicas y ninfas
El pescador que haya practicado la pesca a cebo corrido tendrá mucho ganado a la hora de iniciarse en la pesca con ninfas. La técnica básica es la misma: el secreto está en derivar las artificiales como lo harían las ninfas naturales. Muchas de las picadas se producen al final de esas derivas, cuando las artificiales inician el movimiento ascendente –a la levantada–, de manera que es una buena costumbre hacer el gesto de clavar antes de iniciar otro lance.

La pesca con ninfas puede ser la mejor opción cuando los peces no se alimentan de insectos en superficie
Asimismo, nunca hay que descartar pescar desde otra posición esa zona que nos parece buena y que ya hemos rastreado; el cambio de la trayectoria de la deriva da muchas sorpresas en forma de picadas.
Una vez más, el sentido del agua es fundamental tanto para que el pescador se ubique de la manera correcta en el río como para intuir dónde están las truchas apostadas a la espera de algo que comer. En el lance hay que poner espacial cuidado en que las moscas caigan al agua antes que el hilo, de forma que éste no suponga un freno para que profundicen más rápido. Una técnica que da buen resultado es el efecto rebote, de manera que al estirarse completamente el bajo las moscas rebotan hacia atrás; caen antes al agua que él, que además está destensado y con margen para que las moscas profundicen rápido sin la tensión de la línea.
Poe otra parte, la forma en la que el pescador sostiene la caña tiene mucha influencia en la rapidez y efectividad del clavado y en la manera de trabajar las ninfas. Una buena posición es que la caña y el antebrazo formen la misma línea, con el codo doblado en ángulo recto y la parte del bíceps paralela al agua. “Brazo es caña” es el mantra que Milan Cubik repite a sus pupilos al menor síntoma de desfallecimiento.
Por lo que se refiere a las moscas, en la pesca con ninfa cabe un amplio abanico de posibilidades. La mayor virtud que puede tener una artificial es que transmita sensación de vida; que incite a las truchas a comer o atacar. Así, hay materiales clásicos como el pelo de liebre y el faisán que siempre funcionan. Sin embargo, en el extremo opuesto están los conocidos como perdigones -ninfas barnizadas- que profundizan muy rápido- que responden a otra concepción pero que, diseñados para las competiciones, se han demostrado muy efectivos.
El sentido común es la mejor recomendación a la hora de elegir una mosca de las muchas que llevamos en la caja. Le mejor inversión es dedicar un tiempo a observar el río, ver qué insectos eclosionan, qué ninfas y larvas se mueven bajo las piedras y tomar una decisión a partir de ahí. Y en caso de duda, una imitación ya contrastada –Oreja de liebre, Pheasant Tail, Jeddoska, Prince, Copper Jhon, etc- son una excelente opción para comenzar a rastrear los fondos. Tampoco debemos olvidarnos de los jigs -muy utilizados por los pescadores centroeuropeos y aún no tanto aquí. Tiene la ventaja de que navegan con la punta hacia arriba, así que no se enganchan tan a menudo en el fondo y clavan en la parte dura de la boca del pez de modo que le dañan menos y aseguran la captura.
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